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Actualización: 24/01/2012
Jorge Boccanera
Poemas Fibras; El desespero; Monólogo del necio y Cintas
Fibras
a José Ángel Leyva
asomará un venado para el que siembra tiempo, lo fabrica, largas hojas de tiempo, muy delgadas, con hebras, cerdas, hilos, filamentos, hilachas,
y escribe sobre el tiempo de rodillas sobre un manto de sombras y camina después por la hoja en blanco donde la noche está despierta,
asomará el venado si el que escribe mete las manos en el tiempo y roe,
lo muerde, lo desgasta, lo adelgaza, lo vuelve tegumento, membrana,
cuando el tiempo -pellejo de palabras- roce fugaz el aire, asomará un venado
El desespero
-¿estás vivo?/ -¿estás muerto?/ -estás vivo/ -estás muerto/ -¿estás vivo?/ -estás muerto/ -estás vivo/ -¿estás muerto?
Juan Gelman
"¿Alguien se detiene a pensar en los 33 años que llevan Madres, Abuelas y familiares de esta tortura infinita de no saber...?
Chicha Mariani, Abuela de Plaza de Mayo
A Juan Gelman
Hay un universo callado en el agua arremolinada de
la espera.
Afanes del plantón. Anhelo en la aridez.
La garra de escarbar habita en los apremios de una
estaca.
Un vacío-recodo donde el ansia se crispa.
Toda una vida, ¿prólogo de la muerte?
Toda la muerte, ¿insistencias de vida?
La espera, es mano de obra esclava.
La falsedad
mete su pico largo en la fe del que aguarda,
mastica sus deseos, roba las mantas del dormir.
Cruda es la violencia
en los trabajos del mientras tanto.
Monólogo del necio
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
Eso se come. Gula del vacío.
Cintas
A María Agustina, mi madre
Aros para bordar, un costurero, toda
la vida un hilo. Enhebra olores en la cocina, zurce
palabras desgarradas.
Su nostalgia es de lino.
Nunca se nace, siempre
vamos cosidos a una madre:
Y calados, botones, bastidores, vivos para la orilla
de la lengua y encajes en la risa.
Junto a la rosa triste del alfiletero: Mi madre.
El camino lo alumbran las hebras de una estrella,
un viento de algodón, resplandor de abalorios.
Y en cada cosa que levantó el mundo:
la aguja y el dedal.
