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José Manuel Caballero Bonald

José Manuel Caballero Bonald

Actualización: 15/02/2013

Caballero Bonald y Colombia

Por Ramón Cote Baraibar

"Al parecer pocas personas se acordaban que el recientemente galardonado Cervantes vivió varios años en Bogotá y que contaba entre sus grandes amistades con varios escritores colombianos de primer orden".

 

Hace un par de meses [septiembre de 2012] la Casa de Poesía Silva tuvo la buena idea de organizar un homenaje a Jose Manuel Caballero Bonald con motivo de la publicación de su más reciente libro titulado Poemas de Colombia, editado en España. En su momento resultó un tanto extraña la convocatoria pues al parecer pocas personas se acordaban que el recientemente galardonado Cervantes vivió varios años en Bogotá y que contaba entre sus grandes amistades con varios escritores colombianos de primer orden.

Pero vamos por partes. Siempre que ha podido Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) ha reiterado una y otra vez la importancia que para él supuso conocer a principios de los años cincuenta en el Colegio Mayor Guadalupe de Madrid y en las tertulias hispanoamericanas a poetas como los nicaragüenses Carlos Martínez Rivas, Jose Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal y a los poetas colombianos Jorge Gaitán Durán y Eduardo Cote, como también al crítico Hernando Valencia o al narrador Pedro Gómez Valderrama, quienes fueron sus grandes amigos. Fue un mutuo descubrimiento, o como dijera otro de los grandes poetas de la generación del 50 en España, Jose Ángel Valente, en un gran poema:

 

Nuestra amistad era anterior al boom

o tal vez fue un boom mínimo e insepulto,

cuya historia jamás será reconstruida.

De alguna manera en sus dos libros de memorias, Tiempo de guerras perdidas y La costumbre de vivir, realizan un proceso de reconstrucción de esos años cincuenta y sesenta, ya que tanto para él como para otros escritores españoles este encuentro supuso una gran apertura de horizontes, justo en un momento de una dolorosa posguerra y de una estrechez de miradas de la dictadura de Franco. 

Gracias a sus amistades colombianas –Ramón Pérez Mantilla, Rafael Gutiérrez Girardot y Eduardo Cote- Caballero Bonald obtuvo un puesto como profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia, lo que le permitió salir de la atmósfera opresiva del momento y evadir los posibles rigores de la cárcel por sus actividades políticas. Fueron tres años vividos con una gran intensidad, de 1959 a 1962, en los que conoció el caribe y el pacífico, hizo el último viaje que realizara un barco de paleta por el Magdalena –de la que hay una crónica soberbia en La costumbre de vivir-, nació su primer hijo, escribió su novela Dos días de septiembre y publicó en las ediciones de la revista Mito su libro de poemas El papel del coro, aparte de participar con artículos y poemas en varios periódicos y revistas colombianas. Durante este período compartió la vida cultural y política de Colombia con idéntica pasión, lo que le hizo cultivar grandes amistades con Guillermo Cano –a quien siempre evoca con admiración por su postura ética y tristeza por su trágico final-, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alejandro Obregón, Camilo Torres, Fernando Arbeláez, Ramón de Zubiría, Álvaro Castaño Castillo y su esposa Gloria, a quien alguna vez calificó como “la periodista más hermosa del hemisferio”. Y no le faltaba razón.

Ese período de su vida lo marcó de una manera definitiva, tal como lo dejó escrito en su segundo libro de memorias:

“Tengo la inequívoca convicción, en cualquier caso, de que ese viaje a Colombia reglamentó un futuro, lo hizo transitable y hasta cierto punto estabilizó, fijó las pautas de una halagüeña sucesión de despedidas juveniles y anticipos de mi madurez”.

En su más reciente libro de poemas, Entreguerras, (2012) una verdadera biografía poética y a su vez la más alta conquista de su poesía, su etapa colombiana ha sido registrada con una pasión desbordada y estremecida, tal como lo demuestran estos versos:

Zalamea León de Greiff Aurelio Arturo                   Gómez Valderrama Gaitán Valencia García Márquez    Cote Charry Cepeda                                                         un caudaloso brote de contestaciones puertas abiertas sellos rotos                                                       apremiantes periplos por los que fui encontrándome hasta reconocer                                                       como un ramal remoto de la sangre un repentino indicio de reminiscencias                                           que siguen siendo aún las más veraces de las determinables como mías.

Con este Cervantes a Caballero Bonald también se está premiando a la generación de Mito, algo que nos debe alegrar por partida doble. Y sus "Poemas de Colombia" atestiguan más la hondura de este paso que para riqueza de su obra y de nuestro país supuso.

 

Ramón Cote Baraibar

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